lunes, 28 de julio de 2014

Del calor de la roca al fresco de los barrancos y la oscuridad de las cuevas



Las últimas semanas han sido un no parar y las actividades se han ido acumulando, por lo que el blog ha quedado un poco descuidado.

Hace unas semanas nos fuimos Cristian, Bea, Jorge, Luis Urbaneja y yo al Barranco de Aján. Sencillo, disfrutón y entretenido. El tiempo acompaño asique no nos podemos quejar. En algunos tramos llevaba demasiado caudal, asique tuvimos que evitar algún rapel, pero lo compensamos con los numerosos saltos que pudimos hacer. Al día siguiente Jorge y Luis se quedaron por la zona para hacer al día siguiente el Navedo, y yo me acerque con Gonza a San Martín de Ubierna a escalar un poco en deportiva.





 Días más tarde, junto con Millán y su primo Manuel nos acercamos hasta Bustablado para hacer la travesía Tonio-Cañuela. Primero aproximación corta para hacer la sima de Tonio, una sucesión de unos 19 rapeles, con resaltes, pequeñas trepadas, una diaclasa estrecha donde había que hilar fino para no quedarse atascado  y meandros para llegar a un último rapel de unos 20m volado, que conecta a la sala de Oliver Guillaume de la cueva de Cañuela. Una vez en la galería horizontal, topo en mano vamos recorriendo la cueva para llegar a un último rapel y un pasamanos entretenido por unas placas que nos conducen hasta la enorme boca de entrada de la cueva. Hacemos noche en Bustablado y al día siguiente nos dirigimos al valle de Cabuerniga para hacer el barranco de la Canal de Valfría, sin apenas dificultad, con algunos resaltes y toboganes, dos pedazo de rapeles de 30m, y dos rapeles-toboganes seguidos de 10m cada uno, con una marmita entre ambos.






Entre medias, una ascensión exprés al Curavacas en la que antes de la mitad de la subida, decido ir un poco más rápido ya que no voy mal de tiempo y me planteo tratar de rebajar mi marca y bajar de las 2h.













jueves, 10 de julio de 2014

Huyendo de las lluvias de la Cordillera. Pico la Miel (La Cabrera)


Agua, agua y más agua, asique nada, nos toca dejar el Espolón de los Franceses a Peña Vieja para otra ocasión. Cansados de no poder hacer nada por la lluvia, miramos el tiempo y decidimos irnos a la Cabrera, al Pico la Miel.

Quedamos con Sergio en Aranda y desde allí vamos a la Cabrera. Una vez allí, vemos que delante nuestro solo hay una cordada en el parking y que cuando llegamos al pie de vía nos les volvemos a encontrar. Van a hacer también la vía Ezequiel (V-, 150m), pero nos dejan pasar primero ya que dicen que ya escalaron ayer y hoy están de relax.

Tras agradecerles el que nos dejen meternos en la vía nos preparamos para escalar. Gonzalo hace los  honores y empalma los dos primeros largos. El primero discurre por una fisura que se protege bien, con alguna chapa por la parte de fuera pero que pueden crear muchos roces en las cuerdas, el segundo sale desde la repisa donde esta la reunión y sale por una canal que al principio tiene un paso entretenido que obliga a Gonzalo a emplearse a fondo y que cuando nos juntamos con él nos dice que eso tiene más grado del que marca el croquis (después de mirar otro croquis resulta que tenía razón y en algunos sitios marcan un paso de V-).

Una vez en la reunión me toca el siguiente largo, uno de los que le da algo de encanto a la vía ya que discurre por el interior de una cueva-túnel, protegida por un clavo y que se vuelve a salir por un agujero para dar a una amplia terraza donde se arma la reunión. La cueva, a pesar de tener un grado bajo, buenos agarres y sitios para proteger, está bastante pulida por lo que hay que prestar atención a los pies, no sea que nos de algún susto. Y sobre todo, mucho cuidado a la salida de la cueva ya que las cuerdas rozan con los cantos de los bloques pudiendo llegar a tazarlas. En nuestro caso hicimos un desviador para que las cuerdas saliesen verticales del agujero, aunque con el inconveniente de que el desviador se encontraba prácticamente a la misma altura, pudiendo llegar a repercutir en la capacidad de bloqueo del reverso en caso de caída.

Tras lo roces, empotramientos y frotamientos dentro de la cueva, le vuelve a tocar el turno a Gonzalo, quien se encarga de hacer el que posiblemente sea el largo más vertical, bonito y disfrutón de la vía. Comienza por una fisura encima de la salida de la cueva, para luego poder seguir por una placa a lado de la fisura, o desviarse un poco a la izquierda por un muro de setas, típicos de esta escuela, pero sin posibilidades de proteger, para terminar por un diedro que da a la reunión.

Desde aquí hasta la cima nos queda nada más que un largo bastante facilillo, que básicamente son trepadas y que nos deja en una zona de bloques con bastante posibilidades de armar reunión, y desde los cuales en dos minutos se está en la cima.

Recogemos todo el material (a excepción de mi magnesera, que resulta que se ha extraviado en el último largo) y subimos a la cima, donde corre algo más de viento que en la vía. Tras comer y beber algo nos toca esperar a que llegue la cordada que nos dio paso, ya que les hemos dejado material de reunión y tenemos que recuperarlo antes de bajar.


Con el material de vuelta, comenzamos a bajar por la parte de atrás, y tras un buen rato no hemos visto ningún senderillo que volviese al pie de vía, por lo que practicamente nos toca volver a hacer la aproximación entera. A pocos metros del pie de vía de la Piloto (6a/A0, IV+ oblig, 160m) nos tenemos que parar debido al calor, y estamos un buen rato, ya que a Gonzalo no le ha sentado muy bien el sol y tenemos que decidir si subir a hacer la vía o darnos la vuelta.

A penas tenemos un litro de agua, pero finalmente optamos por subir a hacer la vía. Le toca el turno a Sergio, quien literalmente corre por la vía y al poco tiempo ya estamos nosotros escalando nuevamente. El segundo largo le toca a Gonzalo, quien parece que ha vuelto a la vida y se da prisa en  resolver los problemas que le plantean los diedros de granito. El tercer largo me toca a mi, que hacemos todos rápidamente sin problema antes de llegar al largo clave de la vía.


Nos decantamos por subir por la placa, y tras un buen rato peleando con las chapas y los garbancillos que hay por presas, llego a la fisura que a pesar de ser más sencilla y baja de grado no deja apenas tregua. Un largo disfrutón y mantenido sin duda. Al igual que en el resto de reuniones, seguimos teniendo sombra en los relevos, lo que es bastante de agradecer para los que somos de "muy al norte", como en el pie de vía nos llamaron.


Vuelve Gonzalo a la carga, quien se ventila como si nada el último largo, que apenas tiene un paso “complicado” al montarse a una terraza que lleva a la parte final, donde nos le encontramos en la reunión a la sombra del árbol que hay bajo los bloques cimeros.

Llegamos a la cima antes del tiempo que habíamos fijado como horario de abandono, y esta vez sin pararnos a hacer fotos comenzamos el descenso. Dejamos el material en el coche y nos vamos directos a la gasolinera a por agua fresca y uno refrigerios que nos lo hemos ganado. ¡Hemos sobrevivido a los supuestos "25ºC" que anunciaban!

martes, 1 de julio de 2014

Culera para barrancos

Superada la desidia y con el material recolectado me puse a fabricar la culera para barrancos. El material necesario es básicamente un trozo de loneta, varios metros de cinta plana (tipo las correas de las mochilas, cuanto más fino mejor) y los enganches, en este caso yo utilice 3 para poner en las perneras tambien y poder abrirlas cuando sea necesario. Los enganches de las perneras pueden ser sustituidos por placas fijas para autoajustarlas, aunque pueden ser más incómodas. Aquí van algunas fotos de la culera: