Agua, agua y más agua, asique
nada, nos toca dejar el Espolón de los Franceses a Peña Vieja para otra
ocasión. Cansados de no poder hacer nada por la lluvia, miramos el tiempo y
decidimos irnos a la Cabrera, al Pico la Miel.
Quedamos con Sergio en Aranda y
desde allí vamos a la Cabrera. Una vez allí, vemos que delante nuestro solo hay
una cordada en el parking y que cuando llegamos al pie de vía nos les volvemos
a encontrar. Van a hacer también la vía Ezequiel (V-, 150m), pero nos dejan
pasar primero ya que dicen que ya escalaron ayer y hoy están de relax.
Tras agradecerles el que nos
dejen meternos en la vía nos preparamos para escalar. Gonzalo hace los honores y empalma los dos primeros largos. El
primero discurre por una fisura que se protege bien, con alguna chapa por la
parte de fuera pero que pueden crear muchos roces en las cuerdas, el segundo
sale desde la repisa donde esta la reunión y sale por una canal que al principio
tiene un paso entretenido que obliga a Gonzalo a emplearse a fondo y que cuando
nos juntamos con él nos dice que eso tiene más grado del que marca el croquis
(después de mirar otro croquis resulta que tenía razón y en algunos sitios
marcan un paso de V-).
Una vez en la reunión me toca el
siguiente largo, uno de los que le da algo de encanto a la vía ya que discurre
por el interior de una cueva-túnel, protegida por un clavo y que se vuelve a
salir por un agujero para dar a una amplia terraza donde se arma la reunión. La
cueva, a pesar de tener un grado bajo, buenos agarres y sitios para proteger,
está bastante pulida por lo que hay que prestar atención a los pies, no sea que
nos de algún susto. Y sobre todo, mucho cuidado a la salida de la cueva ya que las cuerdas rozan con los cantos de los bloques pudiendo llegar a tazarlas. En nuestro caso hicimos un desviador para que las cuerdas saliesen verticales del agujero, aunque con el inconveniente de que el desviador se encontraba prácticamente a la misma altura, pudiendo llegar a repercutir en la capacidad de bloqueo del reverso en caso de caída.
Tras lo roces, empotramientos y
frotamientos dentro de la cueva, le vuelve a tocar el turno a Gonzalo, quien se
encarga de hacer el que posiblemente sea el largo más vertical, bonito y
disfrutón de la vía. Comienza por una fisura encima de la salida de la cueva,
para luego poder seguir por una placa a lado de la fisura, o desviarse un poco
a la izquierda por un muro de setas, típicos de esta escuela, pero sin
posibilidades de proteger, para terminar por un diedro que da a la reunión.
Desde aquí hasta la cima nos
queda nada más que un largo bastante facilillo, que básicamente son trepadas y
que nos deja en una zona de bloques con bastante posibilidades de armar
reunión, y desde los cuales en dos minutos se está en la cima.
Recogemos todo el material (a
excepción de mi magnesera, que resulta que se ha extraviado en el último largo)
y subimos a la cima, donde corre algo más de viento que en la vía. Tras comer
y beber algo nos toca esperar a que llegue la cordada que nos dio paso, ya que
les hemos dejado material de reunión y tenemos que recuperarlo antes de bajar.
Con el material de vuelta,
comenzamos a bajar por la parte de atrás, y tras un buen rato no hemos visto
ningún senderillo que volviese al pie de vía, por lo que practicamente nos toca
volver a hacer la aproximación entera. A pocos metros del pie de vía de la
Piloto (6a/A0, IV+ oblig, 160m) nos tenemos que parar debido al calor, y estamos
un buen rato, ya que a Gonzalo no le ha sentado muy bien el sol y tenemos que
decidir si subir a hacer la vía o darnos la vuelta.
A penas tenemos un litro de agua,
pero finalmente optamos por subir a hacer la vía. Le toca el turno a Sergio,
quien literalmente corre por la vía y al poco tiempo ya estamos nosotros
escalando nuevamente. El segundo largo le toca a Gonzalo, quien parece que ha
vuelto a la vida y se da prisa en
resolver los problemas que le plantean los diedros de granito. El tercer
largo me toca a mi, que hacemos todos rápidamente sin problema antes de llegar
al largo clave de la vía.
Nos decantamos por subir por la
placa, y tras un buen rato peleando con las chapas y los garbancillos que hay
por presas, llego a la fisura que a pesar de ser más sencilla y baja de grado
no deja apenas tregua. Un largo disfrutón y mantenido sin duda. Al igual que en el resto de reuniones, seguimos teniendo sombra en los relevos, lo que es bastante de agradecer para los que somos de "muy al norte", como en el pie de vía nos llamaron.
Vuelve Gonzalo a la carga, quien
se ventila como si nada el último largo, que apenas tiene un paso “complicado”
al montarse a una terraza que lleva a la parte final, donde nos le encontramos
en la reunión a la sombra del árbol que hay bajo los bloques cimeros.
Llegamos a la cima antes del
tiempo que habíamos fijado como horario de abandono, y esta vez sin pararnos a
hacer fotos comenzamos el descenso. Dejamos el material en el coche y nos vamos
directos a la gasolinera a por agua fresca y uno refrigerios que nos lo hemos
ganado. ¡Hemos sobrevivido a los supuestos "25ºC" que anunciaban!
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