Había ganas ya de ir a la Diagonal, un mes esperando buen tiempo
era espera más que suficiente.
Asi que el primer día que pudimos hacer coincidir horarios Gonzalo y yo y daba buen tiempo nos escapamos para el Curavacas, sabíamos que la nieve no iba a estar en buenas condiciones, pero bueno…….supongo que esperábamos un milagro jeje.
Asi que el primer día que pudimos hacer coincidir horarios Gonzalo y yo y daba buen tiempo nos escapamos para el Curavacas, sabíamos que la nieve no iba a estar en buenas condiciones, pero bueno…….supongo que esperábamos un milagro jeje.
Vidrieros muy de mañana. Serían alrededor de las 7.30, con
las mochilas puestas y una temperatura muy agradable, demasiado agradable,
comenzamos la aproximación al Curavacas.
Al llegar al camino vemos algunos riachuelos, nos llaman la
atención…… sin más. La sorpresa llega unos metros más arriba cuando vemos que
el río se había desbordado y el camino estaba completamente inundado, saltando
por las piedras superamos el tramo con más agua y poco a poco continuamos con la
aproximación.
Al rato y tras un
tramo de odiosa pedrera, llegamos por fin a la nieve, no estaba tan bien como
esperábamos, de hecho no estaba nada bien. Seguimos ganando altura muy
lentamente por el mal estado de la nieve y con serias dudas para la Diagonal.
Cuando por fin llegamos al Collado del Hospital el reloj marcaba las 10.30 y la
nieve lejos de mejorar había empeorado por el calor. Tras hablarlo un poco
decidimos posponer el corredor y cambiar de proyecto, lo más cercano era la
arista del Enano Saltarín, asi que nos pusimos los cacharros y para allí nos fuimos.
Entre tanto nos encontramos con unos chicos que venían de la
este, más concretamente de la diagonal, nos contaron que estaba en muy malas
condiciones y que se dieron la vuelta porque estaba muy peligrosa. Tomamos una
buena decisión al cambiar de planes.
En la cresta ya, hicimos dos primeros largos. Uno de 60 m que
me abrí yo y otro algo más corto del que se encargó Gonzalo. De ahí en adelante
fuimos en ensamble, montando alguna reunión esporádica cuando se terminaban los
seguros o había que asegurar algún tramo algo expuesto. Poco a poco fuimos ganando
altura y confianza con los crampones y los piolets, al tener que escalar casi siempre
por la roca.
Unas horas después llegamos a un pequeño cortado que no podíamos
destrepar, montamos un rapel y nos echamos para abajo. Cuando recuperamos la
cuerda vemos que sólo nos queda una aguja por escalar, pero los accesos eran
por esa nieve cada vez más derretida. Asique decidimos dar por concluida la
actividad y volvernos para Vidrieros.
Cuando llegamos al pueblo habían pasado algo más de 8 horas y llegábamos con la sensación de haber hecho una de las mejores escaladas que hay en la Montaña Palentina.
Aquí la película!!!! jajajaj