Puente. Días libres.
Lluvia, lluvia y más lluvia… ¿Qué hacemos? Algo habrá que escalar. ¿Rodellar?
Pues vámonos para Rodellar.
Después de unas cuantas
horas de coche, llegamos a Rodellar Jorge, Santi y yo a eso de las 12 de la
noche y vamos al albergue de escaladores Kalandraka, en busca de la nota
colgada en la puerta del bar con las indicaciones de cómo llegar a la
habitación. Dejamos las cosas y vamos a echar unas cañas con partida de ping
pong incluida.
Las previsiones para el
domingo son de lluvia toda la mañana, asique nos dirigimos a una cueva en el
sector “Pince sans rire”, en el que la primera vía ya nos deja claro cómo van a
ser los días por esta famosa escuela. Probamos unas cuantas vías de este sector
y a eso de las 7 de la tarde nos bajamos ya para el pueblo, con los antebrazos
cómo cemento y el cuerpo cansado de tanto desplome.
Segundo día. La previsión
se ha equivocado y nos despertamos bajo la lluvia. Mientras desayunamos
barajamos posibilidades y nos decidimos bajar al sector “Bisagra” a probar las
vías de chorreras que hay allí, para continuar por un 7a según la guía,
plaquero y de regletas con muy buena pinta y más parecido a lo que estamos
acostumbrados.
El tiempo mejora y sale
el sol, asique cogemos las cosas y nos vamos para “el Delfín”, donde seguimos
con las vías muy físicas, desplomadas, pero que nos dejan muy buen sabor de
boca. Vías guapas todas las que hemos probado.
Recogemos las cosas y nos
vamos para Riglos. Mientras dormimos se pone a llover, pero por la mañana
parece que va a dar una tregua. Vamos al coche, nos equipamos y comenzamos a
caminar para ir a la base de “la Visera”. Una vez aquí buscamos el arranque de
la “Mosquitos” 250m, 6b (V+/A0 Oblig).
El GMCG se encuentra por
allí y nos comentan las posibilidades que vamos a tener arriba al llegar al “trono”,
ya que esa parte de la vía transcurre por fuera del desplome y esta mojada.
Vamos encadenando largos muy guapos, con travesía de las de apretar un poco los
dientes. Y cuando llegamos a la R del 5º largo, desde arriba nos indican que la
cosa está muy mal para seguir, que hay mucha agua y está complicado. Preparamos
las cuerdas y hacemos un pequeño rapel por el escape de la vía, conduciéndonos a
una travesía de III grado por una terraza bastante expuesta. Desde aquí salimos
a una zona más cómoda por la que podemos ir ya sin cuerdas y en zapatillas y
llegamos al camino por el que finalmente descenderemos al pueblo de nuevo.
Muchos kilómetros, tiempo
aceptable, buena compañía y buenas vías. Sin duda dos escuelas que quedan apuntadas
en la lista de sitios a los que volver, eso sí, con algo más de fuerza en los
brazos.
Aquí algunas fotos:
RODELLAR
RIGLOS
Buenisimos días haber cuando repetimos
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